

Seamos salvajes: Descubriendo la verdad sobre Chaga

Si alguna vez te has adentrado en el mundo de los hongos funcionales, sin duda has oído hablar del Chaga, el "Rey de los Hongos". Sin embargo, este título majestuoso es un poco engañoso, ya que técnicamente el Chaga no es un hongo.
En su hábitat natural, el hongo parásito Inonotus obliquus crece principalmente en abedules en climas fríos, descomponiendo y transformando los nutrientes del árbol en potentes compuestos curativos. Estos compuestos se almacenan en lo que llamamos "chaga", las cortezas oscuras y nudosas que requieren años de paciencia y persistencia para cosecharse.
Debido al largo y costoso proceso de recolección silvestre, muchas empresas de hongos y proveedores de suplementos han optado por cultivar chaga en interiores, en sustratos como avena o arroz. Inoculan el sustrato con Inonotus obliquus, dejan que el hongo se propague, lo mezclan, lo pulverizan y, ¡listo!, se vende como "chaga". Pero aquí está el truco: este chaga cultivado en laboratorio nunca ha formado las características conchas doradas oscuras, ni siquiera ha rozado un abedul.
Lo que estas empresas no quieren que sepas es que este chaga cultivado no ofrece los mismos beneficios que el auténtico (silvestre). Carece de los compuestos clave que le dan su magia funcional.
¿Listo para adentrarte en la verdad sobre el chaga? Aquí tienes tres mitos que estamos a punto de desmentir.

MITO 1: El chaga cultivado y el chaga silvestre tienen los mismos beneficios
La verdad es que no es así en absoluto. El chaga silvestre cosechado del abedul contiene altas concentraciones de ácido betulínico, un triterpenoide único reconocido por sus potentes propiedades antivirales y antiinflamatorias. Actualmente, se encuentra bajo la lupa científica por su potencial para tratar enfermedades como el VIH, la hepatitis y el cáncer.
Además, el chaga silvestre obtiene su llamativo tono "oro negro" de la melanina, un potente antioxidante que protege las células cutáneas y el ADN de los rayos UV y el daño oxidativo. Lamentablemente, el chaga cultivado en interiores también presenta deficiencias en este aspecto, con niveles mucho más bajos de melanina, como lo demuestra claramente su color apagado.

MITO 2: El Chaga silvestre no es sostenible
Aunque algunos han expresado su preocupación por la creciente demanda de chaga, que podría amenazar el suministro de chaga silvestre, informes recientes indican que más del 20 % de los abedules de Rusia tienen este hongo. Además, la cosecha responsable de los hongos chaga no daña al huésped ni afecta la capacidad reproductiva del hongo. Nos esmeramos en trabajar con proveedores en Siberia que respetan el bosque y utilizan prácticas sostenibles de cosecha oportuna y planificación a largo plazo.

MITO 3: El chaga silvestre contiene contaminantes y toxinas
¡No tan rápido! Esta afirmación es demasiado general. Si bien es cierto que el chaga, como cualquier hongo, es un bioacumulador que puede absorber contaminantes de su entorno, lo mismo ocurre con el chaga cultivado. La calidad y seguridad del chaga silvestre depende en gran medida de la limpieza de la zona donde se cosecha. Al obtener chaga silvestre de bosques prístinos, lejos de contaminantes industriales, los proveedores pueden garantizar un producto lo más limpio y libre de toxinas posible. En Everyday Dose, vamos un paso más allá al analizar en laboratorio todos nuestros hongos para detectar contaminantes, toxinas y contaminantes.

EXPERIMENTE LOS BENEFICIOS SALVAJES
En Everyday Dose, nos enorgullece enormemente utilizar 100 % de chaga silvestre recolectado en los prístinos bosques de abedul de Siberia y Canadá en nuestro café y matcha con hongos . Tras rigurosas pruebas de laboratorio independientes para garantizar su potencia y pureza, nuestro chaga se somete a un doble proceso de extracción con agua caliente y alcohol, lo que ayuda a descomponer la capa exterior resistente y a aumentar la biodisponibilidad de los compuestos activos.
